lunes, 18 de marzo de 2013

De las partidas sin terminar, de los que no las dejan acabar.

Me hace gracia que no quieras que me acerque,
pero no dejes que me vaya.

Sin ánimo de nada,
si me llamas quizás voy a estar,
pero que sepas que yo no te espío
si creo que tu no me vas a mirar.

Yo por ti ya no barajo cartas,
ni corto, ni muestro, ni hago trampas.

El caos que crees que me has podido ocasionar
no me roza el pensamiento,
las decepciones que me he llevado ya
hacen que estas cosas pierdan su peso.

Ni siquiera mi amor al drama
me hace suspirar por ti una pasión,
ni llorar porque después de tanto tiempo preparando
no haya salido la procesión.

En mi hallaré la paz
siempre que no sea yo la cobarde,
siempre que intente,
siempre que intente,
a pesar de que no gane.

Y en mi contra se me escapa un alivio,
que lleva intrínseco la condición de ser singular.


{{Ser capaz de echarme una siesta a cualquier hora del día
no es posible sin  la alegría
del disfrutar de la enorme tranquilidad,
del que confía en la belleza de la vida.}}



Foto: atardecer en Trieste (un segundo olímpico)

No hay comentarios:

Publicar un comentario