miércoles, 30 de octubre de 2013

No le gustaban las cosas claras: si están revueltas, mejor. Mientras no duela claro, porque si duele ya no hay taquicardias felices. Y entonces hay que olvidarlo pronto, no vaya a ser que cale. Pero no le daba pena tener que dejar de soñar y secarlo.

Las historias con fecha de caducidad son muy frecuentes y él ya se sentía a gusto con los fracasos, los amorosos claro, porque equivocarse en las tablas de multiplicar, pues eso no tiene excusa. Sin embargo, en éstos siempre le puede echar la culpa al destino o a que las casualidades polares no encuentran cuál es su carga magnética o a que la suya ahora esta  ocupada-vete tú a saber si con otro- y no puede aparecer y que estos son sólo los anuncios o los aperitivos.
Además, mucho mejor. Porque visto lo visto no se estaba enamorando, iba ya por el treceavo defecto insoportable y estaba terminando de pintarle las uñas de los pies color gris.

Si ella se rajaba,  no tendría que preocuparse de decirle de quedar como amigos o follamigos ( no vaya a ser que esté un par de estaciones sin llover) o si borrarle del facebook o de si luego se arrepentía. Porque los arrepentimientos se los echa cada uno a su mochila y a veces con mochila, pues no puedes entrar en muchos sitios. Y en esto encontraba libertad y pulmones nuevos a la espera de aires tormentosos.A la espera sin esperar... más bien a puertas y ventanas abiertas, que no hay gato que se escape, ni peligro de robo.

Estaba guay, porque los hombros no le pesaban y las manos le bailaban con el viento
Y con el rabillo del ojo vigilaba, no se le fuera a escapar un segundo olímpico.

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